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TEMPERAMENTO: Orquídea, Diente de León y Tulipán.

Durante este tiempo trabajando en sueño y crianza, he comprobado como nuestros hijos aunque sean criados por la misma mamá y papá, son diametralmente distintos en sus reacciones, en su conducta. La razón de esto es el temperamento, que viene definido en la guagua incluso antes de nacer.

El conocer el temperamento en nuestros hijos nos ayudará a entenderlos mejor, dándonos ciertas pautas de acción frente a los acontecimientos y directrices para acompañarlos de manera respetuosa y cariñosa a transitar en el mundo.

A pesar de que no me gustan las etiquetas, podemos pensar a nuestros hijos dentro de tres tipos de temperamento: los niños orquídea, los dientes de león y los tulipanes. Eso sí, no hay que ser absolutistas, ya que puede pasar que tenga un poco de todas.

A los niños de temperamento menos flexible se les llama los niños orquídea; tal como la flor, a estos niños les cuestan los cambios, son sensibles y por lo mismo, se conectan mucho con el ambiente; están atentos y pendientes. Son niños que se ven afectados hasta por lo más mínimo, necesitan más contención de piel y seguridad en su ambiente. Estas guaguas son más difíciles de calmar, y los papás los describen como “intensos” y demandantes.

Dado que pequeños cambios podrían alterar mucho a estas guaguas, tener rutinas más rígidas podría servir. Esto quiere decir, rutinas repetitivas, marcadas, consistentes y poco flexibles. Eso les dará seguridad.

Por su parte, los niños de temperamento flexible se les llama niños dientes de león, dada la facilidad de esta flor de crecer y desarrollarse en cualquier ambiente. Son niños menos ansiosos, que se adaptan fácilmente a los cambios, que lloran menos y aceptan mejor las nuevas rutinas. Estas guaguas responden muy bien a los cambios graduales y a rutinas más flexibles. Eso sí, hay que saber leer muy bien a los niños con estas características, ya que al ser menos quejumbrosos y mejor adaptados, a veces cuesta interpretar sus señales de sueño, hambre o temperatura.

Por último, y como todo, están los niños tulipanes, menos frágiles que las orquídeas y más sensibles que los dientes de león. Están en el centro y pueden presentar características muy flexibles como otras muy rígidas. Los niños tulipanes comparten la necesidad de rutinas predecibles con los niños orquídea. Funcionan mejor cuando tienen rutinas repetitivas, consistentes y predecibles.


El conocer a nuestros hijos nos permite saber cómo mostrarles el mundo, cómo enseñarles a relacionarse, cómo hacer para que florezcan de la mejor manera posible

y el día de mañana se sientan seguros habitando este espacio, con vínculos sanos y tengan herramientas para ser felices.


Ps. Margarita Silva

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